En esta séptima actividad voy a
tratar de dejar constancia de mi percepción de la acción tutorial durante mis años
de colegio, los cuales recuerdo con gran cariño. Una época estupenda, que
además de proporcionarme conocimientos y
habilidades formales, me sirvió para desarrollar valores que aún hoy conservo y
donde senté las bases de la persona que soy hoy en día.
En
primer lugar, para contextualizar un poco, fui a un colegio público de Laredo,
un municipio situado en Cantabria: el Colegio Público Pablo Picasso. No éramos
demasiados alumnos en clase, en torno a 20 o 25 y tuve tres maestros: Rosa en
educación infantil, Miguel Ángel hasta 5º de primaria e Hilario, que era además el director del colegio, en 6º de primaria. Cada maestro impartía a su grupo casi todas
las asignaturas (excepto inglés y educación física), de modo que el trato con los alumnos era cercano y conocían
perfectamente a cada uno de ellos.
Y digo
maestros en toda la amplitud de la palabra, porque en el Picasso, además de
conocimientos formales, se enseñaban valores como el compañerismo, el respeto, la
amistad y la importancia del reciclaje y el medio ambiente, que en esos tiempos
no estaba tan “de moda” como hoy en día pero que se esforzaban en inculcarnos y
así lo hicieron.
¿Y cómo
lo hacían? Para empezar, el material escolar era compartido. No se compraban
libros, estos se quedaban en las clases y servían para los niños que iban
llegando. Para ello, a principio de curso cada familia aportaba un dinero que
servía para actualizarlos cuando era necesario y para comprar material escolar.
¡Ni siquiera había que comprar lápices, bolígrafos o cuadernos! Cuando se
terminaba cualquier tipo de material, el profesor te entregaba uno nuevo. Así, aprendías a compartir y
valorar. Debías cuidar y mantener el material porque otro niño lo utilizaría el
año siguiente.
Además,
teníamos actividades compartidas con otras instituciones. Todas las navidades
nos trasladábamos a la residencia de ancianos, que estaba muy cerca del
colegio, cantábamos villancicos y cada niño entregaba una postal hecha por él
mismo a uno de los ancianos. Tanto ellos como nosotros disfrutábamos
enormemente y aprendíamos la importancia del respeto por los mayores. También solíamos
compartir actividades con el colegio de educación especial (al que acudían
niños con algún tipo de discapacidad), en clase de gimnasia o durante el
carnaval escolar.
El
carnaval era una época del año que nos encantaba a todos. Además de confeccionar los
disfraces con los que desfilábamos por el pueblo (junto con el resto de
colegios del municipio) con materiales reutilizados como bolsas de basura,
cartulinas etc., cada clase elaboraba una murga o chirigota con la sintonía de una canción que nos gustara hablando del
colegio, de los profesores y de la vida escolar en general y se cantaba luego
frente al resto de clases.
Durante
la semana del día del libro, solía venir el autor de un libro o cuento que nos
habíamos leído previamente, al que podíamos hacer preguntas acerca del mismo. Tras la
charla, nos firmaba el ejemplar.
También
celebrábamos fiestas tradicionales, como la Magosta, fiesta típica del norte de
España, en la que asábamos castañas en el patio del colegio y comíamos y
bailábamos al son de la música tradicional cántabra. El que quisiera podía ir
vestido con el traje típico de Cantabria. Además, el último día de febrero,
recorríamos el pueblo cantando las Marzas, un cántico popular que conmemora la
llegada de la primavera
Los
jueves por la tarde teníamos talleres. La clase se dividía en dos grupos y cada
uno de ellos debía pasar por todas las actividades a lo largo del curso escolar. El objetivo de estas
actividades era desarrollar habilidades que suelen quedar fuera de los
currículos en muchas ocasiones. Algunos de ellos eran: teatro, plástica,
reciclaje de papel, costura, informática o manualidades.
El
colegio tenía además una revista en la que se recogían las actividades
realizadas, testimonios de los alumnos, y demás noticias relacionadas con el
centro y con la ecología. El boletín está hecho de material reciclado y su
nombre, Ecopicasso, fue decidido por los alumnos de 6º de primaria que estaban
en el colegio el año que nació el proyecto.
A pesar
de ser un colegio relativamente pequeño en cuanto a número de alumnos, existía
diversidad y había, como es lógico, niños con necesidades educativas
especiales. En concreto recuerdo que en mi clase había un niño con discapacidad
intelectual y otro con discapacidad auditiva. Ambos estaban estupendamente
integrados en clase y el resto intentábamos ayudarles cuando tenían alguna dificultad.
Por último, en cuanto al desarrollo de las clases y la evaluación de los conocimientos, aunque a algunos pueda parecerles increible, puedo afirmar que hasta 6º de primaria yo no tuve
ningún examen. Nuestro profesor, Miguel Ángel empleaba un sistema de evaluación colaborativo en el cual, tras el desarrollo del ejercicio o tarea que nos había encomendado, corregíamos nuestros propios ejercicios entre nosotros, por parejas. Mientras cada pareja comparaba y corregía las tareas, él se pasaba por las mesas para ayudarnos y así se iba percatando de las dificultades que podía tener cada uno. También de vez en cuando recogía él mismo las tareas para su corrección pero nunca nos presentó dichas tareas como exámenes ni había notas, no había mejores ni peores, ganadores o perdedores. Además, utilizaba métodos para motivarnos por ejemplo en lectura. Organizó un sistema basado en los álbumes de cromos que estaban de moda en aquella época mediante el cual, al menos una vez a la semana sacábamos un libro de la biblioteca del colegio, lo leíamos y hacíamos un resumen, tras lo cual nos entregaba el cromo correspondiente a ese libro que nosotros pegábamos en el cuaderno. Estos métodos realmente funcionan. Fomentan el aprendizaje colaborativo y el trabajo en grupo y estimulan y motivan a los niños en el proceso de aprendizaje.
Siento haberme extendido tanto,
pero he querido que esta entrada sirva como un pequeño homenaje al
Pablo Picasso, un colegio del que todos estábamos orgullosos y del que nos
sentíamos parte importante y que aún hoy recuerdo con cariño.
Dejo
aquí el enlace al blog del colegio, por si a alguien le da por echarle un
vistazo, para que veais que aunque parezca utópico no miento, y que otra
escuela es posible con esfuerzo e ilusión.
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