jueves, 6 de noviembre de 2014

"Percepción personal de la acción tutorial. El Colegio Público Pablo Picasso" (Actividad de reflexión y análisis 7)

En esta séptima actividad voy a tratar de dejar constancia de mi percepción de la acción tutorial durante mis años de colegio, los cuales recuerdo con gran cariño. Una época estupenda, que además de proporcionarme conocimientos y habilidades formales, me sirvió para desarrollar valores que aún hoy conservo y donde senté las bases de la persona que soy hoy en día.

       En primer lugar, para contextualizar un poco, fui a un colegio público de Laredo, un municipio situado en Cantabria: el Colegio Público Pablo Picasso. No éramos demasiados alumnos en clase, en torno a 20 o 25 y tuve tres maestros: Rosa en educación infantil, Miguel Ángel hasta 5º de primaria e Hilario, que era además el director del colegio, en 6º de primaria. Cada maestro impartía a su grupo casi todas las asignaturas (excepto inglés y educación física), de modo que el trato con los alumnos era cercano y conocían perfectamente a cada uno de ellos.
       Y digo maestros en toda la amplitud de la palabra, porque en el Picasso, además de conocimientos formales, se enseñaban valores como el compañerismo, el respeto, la amistad y la importancia del reciclaje y el medio ambiente, que en esos tiempos no estaba tan “de moda” como hoy en día pero que se esforzaban en inculcarnos y así lo hicieron.

       ¿Y cómo lo hacían? Para empezar, el material escolar era compartido. No se compraban libros, estos se quedaban en las clases y servían para los niños que iban llegando. Para ello, a principio de curso cada familia aportaba un dinero que servía para actualizarlos cuando era necesario y para comprar material escolar. ¡Ni siquiera había que comprar lápices, bolígrafos o cuadernos! Cuando se terminaba cualquier tipo de material, el profesor te entregaba uno nuevo. Así, aprendías a compartir y valorar. Debías cuidar y mantener el material porque otro niño lo utilizaría el año siguiente.
   Además, teníamos actividades compartidas con otras instituciones. Todas las navidades nos trasladábamos a la residencia de ancianos, que estaba muy cerca del colegio, cantábamos villancicos y cada niño entregaba una postal hecha por él mismo a uno de los ancianos. Tanto ellos como nosotros disfrutábamos enormemente y aprendíamos la importancia del respeto por los mayores. También solíamos compartir actividades con el colegio de educación especial (al que acudían niños con algún tipo de discapacidad), en clase de gimnasia o durante el carnaval escolar.
        El carnaval era una época del año que nos encantaba a todos. Además de confeccionar los disfraces con los que desfilábamos por el pueblo (junto con el resto de colegios del municipio) con materiales reutilizados como bolsas de basura, cartulinas etc., cada clase elaboraba una murga o chirigota con la sintonía de una canción que nos gustara hablando del colegio, de los profesores y de la vida escolar en general y se cantaba luego frente al resto de clases.
      Durante la semana del día del libro, solía venir el autor de un libro o cuento que nos habíamos leído previamente, al que podíamos hacer preguntas acerca del mismo. Tras la charla, nos firmaba el ejemplar.
      También celebrábamos fiestas tradicionales, como la Magosta, fiesta típica del norte de España, en la que asábamos castañas en el patio del colegio y comíamos y bailábamos al son de la música tradicional cántabra. El que quisiera podía ir vestido con el traje típico de Cantabria. Además, el último día de febrero, recorríamos el pueblo cantando las Marzas, un cántico popular que conmemora la llegada de la primavera
        Los jueves por la tarde teníamos talleres. La clase se dividía en dos grupos y cada uno de ellos debía pasar por todas las actividades a lo largo del curso escolar. El objetivo de estas actividades era desarrollar habilidades que suelen quedar fuera de los currículos en muchas ocasiones. Algunos de ellos eran: teatro, plástica, reciclaje de papel, costura, informática o manualidades.
        El colegio tenía además una revista en la que se recogían las actividades realizadas, testimonios de los alumnos, y demás noticias relacionadas con el centro y con la ecología. El boletín está hecho de material reciclado y su nombre, Ecopicasso, fue decidido por los alumnos de 6º de primaria que estaban en el colegio el año que nació el proyecto.
       A pesar de ser un colegio relativamente pequeño en cuanto a número de alumnos, existía diversidad y había, como es lógico, niños con necesidades educativas especiales. En concreto recuerdo que en mi clase había un niño con discapacidad intelectual y otro con discapacidad auditiva. Ambos estaban estupendamente integrados en clase y el resto intentábamos ayudarles cuando tenían alguna dificultad.
       Por último, en cuanto al desarrollo de las clases y la evaluación de los conocimientos, aunque a algunos pueda parecerles increible, puedo afirmar que hasta 6º de primaria yo no tuve ningún examen. Nuestro profesor, Miguel Ángel empleaba un sistema de evaluación colaborativo en el cual, tras el desarrollo del ejercicio o tarea que nos había encomendado, corregíamos nuestros propios ejercicios entre nosotros, por parejas. Mientras cada pareja comparaba y corregía las tareas, él se pasaba por las mesas para ayudarnos y así se iba percatando de las dificultades que podía tener cada uno. También de vez en cuando recogía él mismo las tareas para su corrección pero nunca nos presentó dichas tareas como exámenes ni había notas, no había mejores ni peores, ganadores o perdedores. Además, utilizaba métodos para motivarnos por ejemplo en lectura. Organizó un sistema basado en los álbumes de cromos que estaban de moda en aquella época mediante el cual, al menos una vez a la semana sacábamos un libro de la biblioteca del colegio, lo leíamos y hacíamos un resumen, tras lo cual nos entregaba el cromo correspondiente a ese libro que nosotros pegábamos en el cuaderno. Estos métodos realmente funcionan. Fomentan el aprendizaje colaborativo y el trabajo en grupo y estimulan y motivan a los niños en el proceso de aprendizaje.

Siento haberme extendido tanto, pero he querido que esta entrada sirva como un pequeño homenaje al Pablo Picasso, un colegio del que todos estábamos orgullosos y del que nos sentíamos parte importante y que aún hoy recuerdo con cariño.

           Dejo aquí el enlace al blog del colegio, por si a alguien le da por echarle un vistazo, para que veais que aunque parezca utópico no miento, y que otra escuela es posible con esfuerzo e ilusión.


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